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Vivir en comunidad es vivir con responsabilidad social
Daniel Vázquez Malabehar
Vivir es convivir, ya que nuestra existencia no transcurre de manera aislada, sino siempre en relación con los demás. Ahora bien, esta convivencia puede experimentarse de dos formas radicalmente distintas: como masa o como comunidad. La masa, según Viktor Frankl, es impersonal, uniforme y controladora.
En ella, la individualidad se percibe como una amenaza. La masa no tolera el pensamiento crítico ni la libertad interior, pues se sostiene en el conformismo —hacer únicamente lo que los demás hacen— o en el totalitarismo — hacer solo lo que los otros quieren que haga — (Frankl, 2003:24). En este contexto, el individuo renuncia a su capacidad de elegir, dejando que otros decidan por él.
En cambio, la comunidad necesita de las individualidades. Es un espacio que acoge la libertad personal, la diversidad de pensamiento y el compromiso mutuo.
Frankl lo expresa con claridad: “La comunidad es la asociación de personas responsables; la masa, la suma de seres despersonalizados” (Frankl, 1997:122–127). Vivir en comunidad, entonces, es vivir desde la libertad, pero también desde la responsabilidad, tanto por uno mismo como por los demás. Como señala Viktor Frankl: “Cada individuo es, de alguna manera, responsable de los demás” (Frankl, 2018: 186). En este sentido, la responsabilidad social se convierte en una forma concreta de convivencia, en una actitud consciente del otro, del entorno y del bien común.
Ahora bien, para que una comunidad funcione de manera saludable, no basta con respetar las individualidades: también es necesario que existan valores comunes compartidos. Valores como la justicia, la solidaridad, el respeto o la dignidad humana no deben imponerse desde fuera, sino ser reconocidos y asumidos libremente por cada miembro desde su propio criterio. Solo así pueden orientar la vida colectiva sin aplastar la libertad personal. La comunidad, en este sentido, es el equilibrio entre lo personal y lo compartido, donde cada uno puede desarrollarse con autonomía, pero en sintonía con un proyecto común. En lenguaje logoterapéutico, podríamos decir que se trata de una autotrascendencia en comunidad.
“Porque ser hombre significa estar orientado y dirigido a algo o a alguien” (Frankl, 1997: 51), y ese algo y ese alguien los encontramos en el prójimo que está a nuestro lado. Mirémonos mutuamente con atención, reconociendo nuestras necesidades compartidas, para así poder vivir auténticamente en comunidad y superar el malestar de nuestra época: la despersonalización de la masa.
Referencias
Frankl, V. E. (1997) Psicoanálisis y existencialismo. De la psicoterapia a la logoterapia. México. Fondo de Cultura Económica Frankl, V. E. (2003) Psicoterapia y Humanismo. ¿Tiene un sentido la vida?.
México. Fondo de Cultura Económica Frankl, V, E, (2018) Llegará un día en el que seras libre. Cartas, textos y discursos inéditos. Barcelona, Herder.